Sobre estas líneas, analizaremos uno de los estrenos que más controversias levantó en 2017: Star Wars: Los últimos Jedi. Han corrido ríos de tinta entre los que les parece la mejor entrega de la saga y los que les parece insoportable, y en mi opinión, cuando la vi en el cine me pareció horrenda, pero volviendo a verla no me sigue pareciendo tan deleznable aunque sigo opinando que es mala. Ahora sí, sin más preámbulos, nos zambullimos en el octavo capítulo de una saga que cumple 42 años.
Los sucesos de esta película se sitúan inmediatamente después del final de Star Wars: El Despertar de la Fuerza, por tanto, esperábamos un hilo conductor más definido de lo que acabamos viendo en pantalla, es decir, parece que el cambio de director y de guión hizo virar la historia por un lado cuando parecía que se decantaba claramente por otro bien distinto, cosa que podremos volver a comprobar las próximas Navidades con el estreno del Episodio IX.
En términos generales podemos afirmar que el planteamiento de la cinta es fresco, diferente y rompe con los estereotipos de la franquicia, pero luego todo eso salta por los aires cuando la ejecución de la misma es torpe y nos entrega un producto deslavazado y sin consistencia.
Como puntos positivos, tenemos el que rompe con la visión dogmática de los Jedi, es decir, se nos explica que cualquiera, sin necesidad de pertenecer a un linaje tan importante como los Skywalker, puede convertirse en un poderosísimo Jedi, si cuentas con la determinación y la esperanza suficientes podrás dominar la Fuerza. Todo esto, que puede resultar chocante para los puristas de la trilogía original es, sin lugar a dudas, un soplo de aire fresco para una franquicia que necesita renovarse para seguir despertando el interés del gran público.
El otro gran acierto de la película es presentarnos a Luke Skywalker con un carácter amargado, huraño y pesimista, todo ello debido a que tiene gran parte de culpa en la caída de Ben Solo en el Lado Oscuro de la Fuerza y que, como consecuencia de ello, renuncia a seguir siendo Jedi y a instruir a nadie más en la comprensión de la Fuerza y, por lo tanto, en su firme convicción de que la Orden Jedi debe desaparecer. Toda esta premisa está muy bien y es de lo mejor que nos presentan en este film.
En cuanto al apartado actoral, tenemos que destacar a Daisy Ridley como Rey, cuyo personaje está creciendo junto con la película, en su búsqueda de respuestas se muestra indesmayable e incluso convencida de que puede ayudar al personaje de Kylo Ren. Por otro lado, tenemos que detenernos en Adam Driver, uno de los actores mejor valorados de su generación y que aquí sigue mostrándonos a un personaje con un recorrido argumental riquísimo. Ese Kylo Ren que comenzó siendo un joven confuso está transformándose en un hombre que quiere romper con lo establecido y lo que se espera de él para labrarse su propio camino (otra de las ideas de la película que nos parecen un acierto es esa, acabar con lo viejo y dar paso a lo nuevo sin ningún tipo de ataduras ni constricciones). El último gran acierto en cuanto a los actores, lo hemos explicado unos párrafos más arriba, es el papel de Mark Hamill como un desencantado Luke Skywalker.
Como último punto favorable del film tenemos que hacer mención a la tremenda puesta en escena, la película luce de maravilla, es un auténtico disfrute para la vista, pero aquí acaba todo lo bueno que podemos decir sobre este decepcionante largometraje.
En cuanto a la dirección, Rian Johnson realiza un trabajo correcto, ni es un prodigio ni lo hace mal, cumple en una función mejor que en el guión, del que también se encarga, donde presenta ideas muy buenas, pero que ejecuta de manera insuficiente para lo que pretende desarrollar.
Como bien decimos, el guión es uno de los aspectos más flojos de la película, ya que a pesar de contar con unas ideas y un enfoque más que interesantes, se enreda en escenas intrascendentes que le dan un aire plomizo y cansino en muchas fases de la narración a la película.
Si nos detenemos en la duración, que sobrepasa las 2 horas y media, se hace larga y pesada debido a un montaje pésimo, acentuado todavía más si cabe por las sorprendentes acciones y omisiones que llevan a cabo los personajes más planos que desfilan por el largometraje y le dejan a uno la sensación de estar viendo muchas cosas pero sin que realmente le estén mostrando nada relevante, así que nos podemos aventurar a decir que el montaje de esta película es, claramente, su punto más desfavorable, habiéndola perjudicado hasta el punto de resultar mala o prescindible según nuestro criterio.
Las tramas principales no avanzan y si a eso le añadimos unas tramas secundarias que directamente podrían haberse eliminado, dan como resultado que quieras que la cinta termine cuanto antes. Una vez más, enfatizamos que el trabajo en la sala de edición es lo peor, de largo, de la cinta.
Otro gran fallo de esta película es la larga lista de personajes que se mueven entre lo anodino, lo poco relevante y su alarmante falta de carisma (Finn, Capitana Phasma, Snoke, General Hux o Rose) y que hacen que esta trilogía corra el peligro de que vayamos a olvidarla fácilmente.
Por último queremos hacer hincapié en que el humor con el que han dotado a esta entrega roza lo bochornoso en algunas ocasiones y la vergüenza ajena, en muchas otras.
En definitiva, una película que pese a contar con una historia novedosa y que quiere salir de la fórmula que ha estado dando réditos durante más de cuatro décadas, con unos personajes principales cuyo arco argumental nos depara grandes satisfacciones, es una lástima que se la pegue de tal manera. Debido a un montaje anodino, unos personajes secundarios que nos importan un pimiento y un humor vergonzoso hacen de la cinta que hoy nos ocupa como un quiero y no puedo, una cinta a la que podemos tildar de mala y prescindible.
Puntuación: 4,5/10