En la nueva película de la realizadora Sian Heder, Emilia Jones interpreta a Rubi Rossi, una CODA (child of deaf adults o hija de adultos sordos) de 17 años. De su familia, conformada por su padre, su madre y su hermano mayor, ella es la única que nació con sentido de la audición.
Afincados en un pueblo costero de Massachussets, los Rossi dedican su vida a la pesca, tratando de sobrevivir a las limitaciones económicas que les imponen las empresas que distribuyen el género. Rubi es esencial dentro de este entramado, forma parte de la tripulación desde pequeña y personifica el eje sobre el que se sustenta la actividad laboral de su familia: por su condición de discapacidad, ningún miembro de los Rossi puede salir al mar sin ella. Pero Rubi no quiere pasar el resto de su vida pescando. Gracias a su entrada en el coro del instituto descubre que le gusta mucho cantar, y pronto se empieza a plantear si dedicar sus estudios superiores a la música. Esto confronta con los intereses de sus padres, que la necesitan para sacar adelante el negocio con el que todos subsisten a duras penas.
CODA se construye como la relectura de La familia Bélier (Eric Lartigau, 2014) y adapta gran parte de los elementos que hicieron de aquella obra francesa un gran éxito en taquilla. Y esto, por momentos, hace de la propuesta de Sian Heder un producto bastante susceptible de convertirse en otra de esas películas de bajo calado centrada en satisfacer las necesidades del gran público. Habiéndose coronado como la ganadora del Gran Premio del Jurado a Mejor película en Sundance, parecía prometer un alcance mayor. Al menos esa era la idea con la que yo asistí a la proyección, convencido de encontrarme con una producción a la altura de otras manifestaciones del anticomercial cine indie norteamericano.
Desgraciadamente, los momentos en que despunta como un producto original y comprometido con el carácter al pormenor de otras obras de factura similar son escasos. Al contrario de lo que se pudiera esperar, CODA transita la mayoría del tiempo a través de una inacabable yuxtaposición de elementos al servicio del cine más servicial. Conflictos familiares, románticos o académicos una y mil veces vivenciados en la gran pantalla resueltos de la manera más complaciente posible en una película que, no por excesivamente inteligente o mordaz, también cuenta con situaciones genuinamente divertidas. No pasará al imaginario colectivo como algo memorable, pero puede ser disfrutable si se controlan las expectativas.
Si bien su estreno estaba previsto para este 14 de enero, recientemente se ha anunciado que ha sido pospuesto al próximo 18 de febrero. Esa será la fecha en la que llegará a los cines españoles, de la mano de Tripictures, tras su presentación en Sundance hace casi un año. ¿Tienes ganas de verla? Cuéntanoslo en nuestras redes sociales, Twitter e Instagram.