Posibes Spoilers en el siguiente análisis.
De entrada, les cortamos el mambo y les aseguramos que la película del casi debutante Julius Avery (“Son of a Gun”), no tiene nada que ver con invasiones extraterrestres o paradojas espacio-temporales de Cloverfield.
En cambio, el realizador y sus guionistas Billy Ray y Mark L. Smith arman un vertiginoso thriller cargado de misterios, que toma como escenario las horas previas al desembarco en Normandía por parte de los norteamericanos.
Boyce (Jovan Adepo) es uno de los tantos soldados de la división Airborne (aerotransportados) que deben saltar tras las líneas enemigas y asegurar la llegada del resto de las tropas por mar.
El bombardeo obliga a Boyce y sus compañeros, incluyendo a Rosenfeld (Dominic Applewhite), Tibbet (John Magaro), Chase (Chase) y Ford (Wyatt Russell).
Un cabo experto en explosivos que viene de pelear en Italia, a saltar antes de tiempo y sumarse al caos que impera a su alrededor, tanto en el aire, como en la tierra.
Avery toma la mejor decisión y nos mete de lleno en la batalla, olvidándonos que ésta es, en realidad, una película de terror.
Antes de pasar a los nazis y sus locos experimentos, el director repasa los horrores de la Segunda Guerra Mundial con la excusa de, además de la súper acción que de entrada nos tensiona todo el cuerpo, presentar a los personajes y cada una de sus características.
Overlord, no se le puede escapar al arquetipo y dentro del grupo de soldados tenemos al temerario (Ford), al inexperto con corazón (Boyce), al gracioso (Tibbet) y el cobarde que ni sabe cómo fue a parar hasta ahí porque él sólo se anotó como fotógrafo (Chase).
Igual, tienen que hacer su mejor esfuerzo para sobrevivir y tras perder a su comandante, los pocos que logaron quedar enteros, deben reagruparse y seguir adelante con su misión: destruir una antena alemana ubicada en la iglesia de un pueblo francés que entorpece las comunicaciones y podría poner en riesgo todo el Día D.
En el trayecto se cruzan con Chloe (Mathilde Ollivier), una pueblerina que odia a los nazis tanto como ellos; que ya perdió a toda su familia y hace lo que puede para proteger a su pequeño hermano Paul.
Adivinando sus buenas intenciones, la chica decide ayudarlos y marcarles el camino hasta la antena y la iglesia, un lugar que esconde algo más que a un grupo de soldados alemanes comandados por el nefasto oficial Wafner (Pilou Asbæk, el Euron Greyjoy de “Game of Thrones”).
“Operación Overlord” plantea una historia a contrarreloj: los soldados americanos, ahora comandados por Ford, tienen apenas unas horas para cumplir su objetivo sin ser descubiertos.
No forma parte de sus planes defender a los aldeanos, ni investigar que ocurre entre las paredes de la iglesia, pero una vez que intuyan el peligro y descubran los horrores que pretenden liberar los nazis, no les va a quedar otra que cambiar de estrategia y tratar de matar varios pájaros de un tiro.
Lo mejor de la película es que a pesar de su trasfondo terrorífico y fantasioso (nos vamos a guardar las sorpresas, aunque sabemos que los nazis tenían un mambo importante con ese temita de la inmortalidad), nunca deja de ser una historia bélica, cargada de acción, violencia, tensión y ambigüedades morales.
Boyce se pone a la cabeza, a pesar de su falta de experiencia y de su torpeza en el campo de batalla, representando al soldado común que no tuvo opción a la hora de ir a la guerra. Los horrores del enfrentamiento se cruzan con lo inexplicable logrando que el “realismo” que propone Avery surja efecto, además de sumar esa camaradería tan característica y tan común en este tipo de relatos.
Así, los experimentos y sus consecuencias pasan a un segundo plano, tal vez demasiado para lo que uno espera de la película.
Los realizadores se toman su tiempo para mostrarnos de qué va la cosa y, al final, prefieren guardarse unas cuantas explicaciones, que no entorpecen la trama, pero podrían haber enriquecido el conjunto de la historia.
Menos es más y por ese lado “Operación Overlord” funciona, y a pesar de que el ritmo nunca baja, las actuaciones se sostienen más allá de algunos clichés, y nos conectamos con estos personajes que lo pasan bastante mal, sentimos que nos falta algo y el tercer acto nos llega de manera abrupta.
Pero esa es la decisión de Avery, que prefiere un relato más cercano al género bélico que al terror.
El director nos mete de lleno (y muchas veces en primera persona) en el campo de batalla, dotando a su relato de un aire cuasi documental, cercano a la ya clásica miniserie de HBO, creada por Tom Hanks y Steven Spielberg. El resto, tiene ese gusto gótico y oscuro de las películas de monstruos de la década del cuarenta, más ligado a lo científico que a lo sobrenatural. Aunque acá haya un poco de todo.
“Operación Overlord” gana desde su ejecución, sus climas, efectos y gore, más que por un argumento que es original a medias.
No es la primera vez que nos cruzamos con nazis y su obsesión con la vida más allá de la muerte, en este caso, con una vuelta de tuerca.