El pasado 5 de Diciembre, llegó por fin a nuestros cines la esperada ‘Ralph rompe internet’, segunda entrega de la refrescante ‘Rompe Ralph’. ¿Habrá conseguido superar o igualar al menos, a su valorada predecesora? Os lo contamos con todo lujo de detalles en Cineverso.
Una mitad de película que muestra el camino a seguir por Disney.
Si bien es cierto que tanto el tramo inicial de la película, así como el final, son más convencionales y algo faltos de ritmo, hay que destacar el brillante tramo medio de la misma. Un tramo en la que Disney se deja llevar por el gamberrismo imperante de los últimos años en el cine de animación. Y qué bien le sienta, oye. Durante esta parte del film es cuando podemos vivir los momentos más divertidos y sarcásticos de la historia. Una parte en la que Disney saca toda la artillería y en la que incluso, se permite la autocrítica mediante la vía del humor. Y es que en esta parte, y no tanto en las restantes, todo funciona de maravilla. Así pues, finalizar toda esta barrabasada de humor ácido y sin complejos, con un tema musical y cómico, compuesto por el mismísimo Alan Menken (una pena que no terminase de cuajar su fantástico Galavant) es la guinda perfecta para este pastel. Denle ya cuarenta Oscars a este hombre, por favor.
Pero retomando lo comentado al principio, hay que reconocer que en contraposición a todo este tino, la parte inicial y final de la película son bastante más convencionales. Convencional en el sentido justo de la palabra, tampoco es para hacer sangre. Sencillamente, la película se toma demasiado tiempo para arrancar y meternos de lleno en la parte más interesante y rompedora (nunca mejor dicho) de la misma. De igual forma, en el tramo final optan por un conflicto un tanto ramplón, con una consecución vistosa, pero que termina por hacerse algo larga.
Menos cameos, pero de más calidad.
Sí que se agradece, por otra parte, que hayan optado por volcar el peso de la película y construir la misma más sobre elementos de creación propia, que en los cameos como tal. Que haberlos los hay, tranquilos. Sencillamente, el film se molesta más en construir su propia mitología a través del basto mundo de internet. Y llegados a este punto, sí hay que reconocer, que el extenso desfile de cameos que veíamos en la anterior entrega, ha sido sustituido en cierta forma, por las miles de referencias hacia el mundo del internet. Tantas, que dos ojos se te quedan cortos para poder seguirlas.
Pero volvamos a eso de los pocos cameos, pero de calidad. Al César lo que es del César: sin la parte de las Princesas Disney la película no sería la misma. Gracias a ella, y al tramo previo de Slaughter Race, el film puede desarrollar su faceta gamberra de la que os hablábamos, inclusive, el mencionado momento musical. Las Princesas Disney (y algún cameo más que no os queremos destripar) resultan ser un gran y agradecido revulsivo. Al final, toda aquella polémica generada con los previos trailers, queda en nada cuando ves lo que nos tenían preparado los amigos de Disney. Ya sabemos que para otra vez, mejor esperar a ver el resultado final para opinar con tanto desaire o no.
Un poquito de aspectos técnicos.
Toca esa parte de analizar la película desde el aspecto técnico. Vamos a saltarnos eso sí, todo el rollo del ritmo narrativo, del que ya hemos hablado. En cuanto a la animación, hay que reconocer que el resultado es muy depurado, y el diseño de personajes, en algunos casos, es muy gustoso. No obstante y en este aspecto, la película sigue siendo un tanto confusa. Algunos diseños parecen sacados más de Dreamworks, y en cambio otros parecen sacados directamente de las películas de su hermana Pixar (“esa a la que nunca entienden lo que dice”, si pillas la referencia), más concretamente de ‘Del revés’.
En cuanto a la banda sonora, por desgracia no podemos destacar mucho. Henry Jackman parece componer con el piloto automático puesto, y crea una de esas bandas sonoras “para cumplir” carentes de melodías destacables y memorizables. Suerte que Don Alan Menken andaba por allí para menear el asunto durante tres minutitos y dejarnos un buen sabor de boca en lo musical.
¿Es entonces ‘Ralph rompe internet’ una digna secuela?
Absolutamente. La película consigue mantener cierta personalidad de su predecesora, pero consigue también desmarcarse lo suficiente de ella, como para evolucionar y encontrar su propio camino. La pregunta ahora pues es clara: ¿Conseguirían encontrar una excusa o premisa para una tercera parte? Para responder a esto, primero sería prudente esperar para ver los resultados de taquilla y ver si quiera, si digna podría plantearse dicho escenario. En caso de ser esta favorable, como tiene pinta que lo es por ahora, la respuesta se vuelve compleja. Supongo que habría que esperar unos años, y ver qué nos puede ofrecer la propia sociedad y nuestros avances. En caso de no encontrar una buena excusa en otros lugares que explorar, una buena alternativa sería volver a los orígenes. Esto es, volver a explorar la vía de los videojuegos, de la cual seguro, aún hay filón por explotar.
Sea como sea, lo más importante del asunto, premisas aparte, sería conseguir un guion entretenido, como han conseguido en esta ocasión. Porque si no, ¿para qué hacer una nueva entrega si no? “Oye, ¿y qué pasa con Cars”. Ah, sí ya, lo de la pasta… Bueno, esperamos que no estemos ante una de esas sagas y que en caso de embarcarnos en una tercera entrega, esta llegue al nivel, como mínimo, de esta segunda parte. Y esperemos también que tanto dicha supuesta tercera entrega, como el resto de futuras películas de este corte de Disney, sigan esta senda de gamberrismo, humor y autocrítica que tan buenos resultados han dado en esta continuación. Y es que creemos, con toda la humildad de la que podemos hacer gala unos simples redactores desde su ordenador, que este es el camino a seguir de Disney. Por cierto, hay escena entrecréditos y postcréditos, y son una risión.