I’m still standing.
En el año 2018, se estrenaba Bohemian Rhapsody, con la crítica dividida y un palmarés de cuatro premios de la Academia. Con unos pocos meses de diferencia, acaba de estrenarse Rocketman, la película que cuenta la historia del músico Elton John.
La trama comienza con Elton entrando en un grupo de apoyo a alcohólicos con uno de sus llamativos disfraces de concierto. Poco a poco, va contando su historia, desnudándose emocionalmente mientras se va arrancando partes de su disfraz, para acabar vistiendo ropas blancas y negras.
Hacia el final de Rocketman, en el que Elton está a punto de tocar fondo, suelta una frase que en el conjunto de la cinta define perfectamente al personaje: ‘Yo no vivo mi vida en blanco y negro’. Y es verdad. No vivía como su madre, su abuela, su padre o incluso su ‘yo’ de niño. Elton se rodeó de excesos. De fuegos artificiales. De mierdas fluorescentes. Y, como una mosca cuándo va hacia la luz azul del mata insectos, se quemó por creer su propia mentira. Nunca tuvo claro que fuera un genio, se sentía sólo y tenía poca autoestima, aderezado con el poquísimo cariño doméstico que le dieron de joven. Así que comenzó a rodearse de gente que le adulaba, a ganar dinero, a comprar cariño. Hasta que llega la decadencia y, con ella, la redención. Por ello, cuándo llega el final de la película, con una escena onírica en plena reunión de alcohólicos, todo tiene sentido y cuadra perfectamente, dejando cierto tema para pensar en él tras abandonar la sala de cine. No puedo entrar en más, por no spoilear media película.
En guión, tenemos una película muy solvente, un musical dramático, emotivo y crudo que cuenta una realidad que a la media de los mortales, nos es ajena. Empatizamos y nos creemos el lado más humano de Elton, mientras la parte musical está muy bien cuadrada con las escenas que se suceden en pantalla.
En dirección, tenemos un Dexter Fletcher muy solvente, un buen realizador que ya tomó las riendas de Bohemian Rhapsody tras la espantada (típica) de Bryan Singer. En este filme, se nota que ha sido él mismo durante todo el proyecto y que ha hecho lo que realmente le apetecía, una película con muchísimo cariño hacia la historia del cantante y su salida de los infiernos.
En la actuación, el resultado general es muy sobresaliente, desde Taron Egerton (Kingsman) como Elton, Richard Madden (Juego de Tronos) o Jamie Bell (Billy Elliott, Fant4sticos), aunque con papeles muy maniqueistas, o son muy malos malísimos o son muy buenos. Sólo el protagonista parece tener algún claroscuro en su personalidad.
Como nota negativa, pondría que hay escenas oníricas o teatrales que me sacan algo de la película, aunque el contexto las introduzca perfectamente y queden aceptables en la trama, como parte del delirio artístico y la adicción a las drogas de Elton. Pero, aún así, me sacaban de la trama.
Para concluir, tenemos una muy buena película, que sin duda es mejor que su predecesora espiritual y que estará en mi colección tarde o temprano. Rocketman es absolutamente recomendable para fans de Elton y para gente que no lo conozca (como yo). Ahora sus canciones están en bucle en mi cabeza.