Sicario: El día del Soldado (Sicario: Day of the Soldado), película estrenada a finales de junio de 2018 en España, me ha parecido un filme muy interesante y una secuela digna de su predecesora, aunque no mejor que esta. Es entretenida y se deja ver con gusto, ya que es un tipo de producción al que no estamos acostumbrados a ver entre las super-producciones de Hollywood.
Sin embargo, la falta de Dennis Villeneuve (The Arrival, Blade Runner 2049) en la dirección se ha notado, y mucho. Pero lo bueno de esta secuela es que no rompe el esquema principal de la primera entrega. Mantiene el toque de la misma y nos da una sensación de continuidad entre las dos más que aceptable, por lo que se puede disfrutar igual que la entrega del 2015.
La guerra contra los cárteles de la droga se ha intensificado en la frontera entre EE.UU. y México a medida que han comenzado a traficar con terroristas. Para hacer frente a esta guerra, el agente federal Matt Graver vuelve a hacer equipo con el volátil Alejandro Gillick. (Filmaffinity).
El argumento, a pesar de ser una secuela, me parece original y realista. Han sabido cómo hacer para que, dentro del mismo contexto que en la primera película, podamos ver nuevos aspectos de la vida de nuestros personajes principales. El filme nos acerca a un mundillo bastante desconocido y que, sin embargo, está muy presente en el día a día de muchas poblaciones, lo cual lo hace muy atractivo y morboso de ver. No todos los días podemos ver relatos sobre los cárteles americanos y que sean tan realistas como en esta entrega.
Además, la trama es fuente de entretenimiento y tensión. A pesar de que el guión no sea de una calidad excelente y que, en ocasiones, el ritmo de la película caiga considerablemente por culpa del mismo, es interesante pensar que será lo próximo que le puede pasar a los protagonistas de la historia. Este hecho, a mi parecer, cuesta mucho ser conseguido a día de hoy en una sala de cine, por lo que tiene mi aprobación.
Pero no todo es maravilloso en esta película. La acción es alucinante, de eso no cabe la menor duda. La cuestión es que peca de una parte de surrealismo ya que, al contrario que la historia contada, los personajes son poco creíbles. No lo digo por las actuaciones, de lo cual pasaremos a hablar a continuación. Me refiero a que son auténticos superhéroes: invencibles y con actitudes poco creíbles en un ser humano. No hay forma de encontrarles un punto de debilidad a ninguno de los dos protagonistas de la película y eso puede producir pereza en el espectador. Sabes que no les puede pasar nada y sabes cómo se va a resolver todo si están ellos en medio. En caso de que suceda lo contrario, se podría incluso considerar mala suerte.
Nuestros héroes Matt Graver y Alejandro Gillick vuelven a ser encarnados por Josh Brolin y Benicio Del Toro, respectivamente. No hay mucho que vaya a destacar de su actuación. Ya sabemos cómo trabajan estos dos fenómenos, y la mezcla de los mismos nos ofrece un sabor de boca final más que decente, aunque no el mismo que en la primera entrega. Viendo la película noté que había pasado algo entre sus personajes desde una entrega a otra y no nos lo han contado (o no han querido hacerlo). Se sienten muy distantes respecto al final de Sicario (2015) y eso me ha dejado algo frío, ya que esperaba algo más de “trabajo en equipo” en esta secuela. Es la única pega que les puedo sacar, por el resto, fetén.
También hay que destacar el trabajo de Isabela Moner, que encarna al personaje de una pequeña peleona que se encuentra en el mundo de los cárteles como otra persona cualquiera, sin quererlo ni beberlo. Pocas referencias tengo vistas de esta actriz, salvo Transformers: El último caballero (Transformers: The last knight) (2017) y llamadme loco, pero el papel me parecía el mismo. Misma interpretación y mismo tipo de personaje. A pesar de ello, creo que la actriz lo hace genial y no da para nada el cante al lado de Brolin y Del Toro.
En cuanto al resto de secundarios, no tengo mucho que destacar. Realmente las actuaciones de Matthew Modine, de Catherine Keener y de Jeffrey Donovan no me sorprendieron. No digo que sean malas, simplemente se encuentran en un nivel inferior al que poseen las actuaciones que he comentado con anterioridad.
La dirección de Stefano Sollima (Suburra), como he dicho con anterioridad, no me ha resultado tan convincente como la de Villeneuve en la primera entrega. Pero no nos podemos engañar, ha respetado exhaustivamente el trabajo de Villeneuve y eso me parece digno de reconocimiento.
El montaje me resulta sorprendente. Los planos que utiliza ayudan a forjar esa continuidad que os comentaba antes con respecto a la primera película. Las transiciones entre lugares y escenas me parecen muy dignas y las escenas de acción muy sólidas. A pesar de tener una violencia atroz, gracias al montaje no cantan para nada los efectos especiales y las coreografías.
Hablando de esto, hay que destacar la magnífica fotografía y utilización de efectos especiales que tiene la película. No abusan de los mismos, pero gracias a esto creo que con observar algunos fotogramas del filme eres capaz de reconocer de cual se trata, y eso es un mérito grandioso.
Para finalizar, debo decir que la música es acertada y, a pesar de que no evoca muchos sentimientos, crea un ambiente de tensión constante, aunque en ocasiones nos haga anticiparnos a lo que va a ocurrir a continuación y no da lugar a sorpresas.
¿Qué os ha parecido a vosotros Sicario: El día del Soldado? ¿Os gustaría ver una tercera entrega de esta secuela? Dejádnoslo saber en los comentarios y en nuestras redes sociales.