Esta es, sin lugar a dudas, la mejor película de Spiderman de toda la historia.
Spiderman: Un Nuevo Universo es una absoluta delicia visual. La animación que nos proponen los productores y guionistas Phil Lord y Chris Miller es la viva imagen de un comic en movimiento. Pero además, muy inteligente. Haciendo uso de bocadillos, cuadros de texto y pensamientos e incorporándolos de una forma única en la narrativa.
Es más, a los dos minutos se te olvida que estás viendo una película de animación y simplemente disfrutas del espectáculo. Realmente no puedo describir lo brutal que es visualmente sin desvelar detalles importantes. Pero solamente por eso, ya se merece pagar nuestra entrada.
Bueno, por eso, y por la banda sonora. La propia presentación de Miles es una declaración de intenciones. Es un aspecto que también han cuidado al extremo y que forma parte fundamental de la cinta. Hasta el punto de que casi parezca que ya en el guión tuvieron en cuenta qué canciones aparecerían.
Pero es que además tiene un guión muy, pero que muy bueno. Muy bien construido. Muy bien armado. Sin fisuras. Con una trama que te engancha de principio a fin.
Los que halláis visto el tráiler sabréis que la película se centra en Miles Morales.
Y es todo un acierto, alejarse de Peter Parker y mostrarnos este nuevo mundo… En el que también vive Peter Parker. O más bien, una versión de él. El caso es que ocurre “algo” y diferentes trepamuros de dimensiones paralelas acaban en la realidad de Miles.
Es a través de sus ojos por los que vemos todo. Y su relación con ese Peter ya treintañero y algo dejado, será una de las piedras angulares de la historia. De hecho, aunque ninguno sobra, la película hubiera sido exactamente igual solo con Miles, Peter y Spider-Gwen. La cual demuestra una vez más que es un personaje llegado para quedarse.
He de reconocer que mis expectativas sobre la película eran muy altas cuando se anunció allá por 2015. Primero porque, al igual que Venom, me pareció la manera de Sony para demostrar que también hace grandes películas con el superheroe arácnido de Spiderman sin tener detrás el Universo Cinematográfico Marvel.
Y entonces llegó Venom. No entraré en detalles, pero una de las mejores adaptaciones estaba delante de nuestros ojos con un gran Tom Hardy en el papel de Eddie Brock y lo que poca gente esperaba ese trozo de 5 minutos de avance postcréditos de Spiderman: Un Nuevo Universo.
Spiderverse fue un evento que tuvo lugar en la cabecera de comics arácnida entre 2014 y 2015. Y que supuso la unión de prácticamente todos los Spidermen que han existido jamás. Incluidos los de las adaptaciones cinematográficas, o de series, incluso de dibujos animados. TODOS estaban presentes contra la amenaza de Morlum y los Herederos. Y aunque Miles, Spider-Gwen y compañía aparecían, el verdadero protagonista era Peter Parker.
Miles es un personaje que llevaba pidiendo su película a gritos. Y esta es todo un regalo. Para él y para nosotros. Pero, como en toda adaptación a la gran pantalla, hay que cambiar cosas.
Ya he hablado de qué hace a una película ser una buena adaptación. Esta no adapta fielmente ni el entorno de Miles, ni las circunstancias que propician el Spiderverse, ni siquiera el Peter Parker protagonista.
Aún sin esos detalles es una adaptación brutal, que respeta la esencia de los personajes y que esconde en cada plano un homenaje.
Esto sí es una adaptación. No hay que trasladar cada punto y cada coma del comic a la pantalla. Es cuestión de respetar a los personajes y ser consecuentes con su evolución. Eso y que se nota que cada plano se ha hecho con mimo. Con cuidado. Para gusto y disfrute de sus seguidores.
Pero por si todo esto fuera poco, resulta que la película, además, tiene mensaje. Una especie de “no todos los héroes llevan capa”, con guiño a esta expresión incluido. Y es que, si algo hace diferente al trepamuros es que, desde su concepción, Peter Parker es un tipo normal. Miles Morales es un crío normal. Alguien con quien identificarnos de inmediato.
https://www.youtube.com/watch?v=FiZErs5ZaQ8
Y la araña podía haber picado a cualquiera. Cualquiera podría haber sido Spiderman. Y en las manos equivocadas, Spiderman no sería el bueno de la función. Lo que implica que no son los superpoderes los que hacen al héroe. Sino el que los tiene. Y que, en cierto modo, todos podemos ser un superhéroe. Todos podemos ser Spiderman.