Ridley Scott vuelve a la carga con un poderoso drama de época ambientado en la Francia del siglo XIV. Coprotagonizado por Jodie Comer, Adam Driver, Matt Damon y Ben Affleck, El último duelo se consagra como la mejor película del octogenario cineasta desde American Gangster. El relato, basado en una historia real, gira en torno al combate a muerte en el que se enfrentaron Jean de Carrouges (Damon) y Jacques Le Gris (Driver) después de que el primero acusara al segundo de violar a su esposa, Marguerite de Carrouges.
El guion de la película está desarrollado a tres bandas: intervienen Matt Damon y Ben Affleck, como ya hicieron con El indomable Will Hunting —hazaña que les valió su primer Oscar en 1997—, así como también la aclamada Nicole Holofcener, que saltó a la fama tras el lanzamiento de Sobran las palabras, en la que dirigió a James Gandolfini en uno de sus últimos papeles antes de fallecer.
La narración tiene lugar durante la segunda mitad del siglo XIV, entre 1370 y 1386, años en los que se encuadra la consecución de acontecimientos que desembocaron en uno de los abusos sexuales más resonados de la historia medieval. Se ha hablado mucho de que la estructura del largometraje recuerda a lo que Akira Kurosawa hiciera con Rashomon en 1950, pues se expone la realidad desde el punto de vista de los tres implicados en el suceso. “La verdad según Jean de Carrouges” y “La verdad según Jacques Le Gris”, para luego alcanzar “La verdad según Marguerite de Carrouges”, o simplemente “La verdad”.
Resulta alentador encontrarse con una superproducción que haya optado por fijar el encuadre sobre este tipo de calamidades, retratando los egos y la brutalidad masculina como el eje sobre el que situar el origen del sufrimiento de sus obligadas compañeras, reducidas, humilladas, maltratadas durante tantos siglos. Esta fue una época atroz, oscura en muchos sentidos, y Scott no tiene ninguna compasión a la hora de plasmarlo. La truculencia y la ferocidad están presentes a lo largo de todo el metraje, desde las secuencias en campos de batalla a aquellas que describen la experiencia de una noche de bodas. En El último duelo todo es frío, todo está sucio, todo destila un repugnante olor a sangre.