Dale a Grant Morrison unos aliens y te hará magia. Bueno, magia no sé, pero da por seguro que te vas a encontrar con las especies más raras que la mente de una persona poco cuerda puede imaginar y todos ellos moviéndose por situaciones que quizás el propio guionista, en su subconsciente, sepa a dónde pueden desembocar. Esa es más o menos la sensación general que he tenido nada más abrir El Green Lantern #1 (ya hablaremos de por qué han metido “El”), pero por suerte para la mayoría, Morrison se pone ciertos límites y al final acabas pillando de qué va todo el asunto.
Bueno, ¿y de qué va todo el asunto? Sin entrar en spoilers, la galaxia está en peligro, oh novedad, hay una conspiración en marcha y parece que la fuente de los problemas está en las propias filas de los Green Lantern. Así que no hay nadie mejor para resolver el misterior que el agente Hal Jordan, EL Green Lantern, no uno cualquiera, sino EL Green Lantern, el que tiene la experiencia necesaria, la reputación que hace temer a los peores criminales de la galaxia, alguien que, incluso sin anillo, debes tener miedo, por lo que los Guardianes acaban con su retiro forzado y su caótica vida familiar para entregarle de nuevo la “la placa y la pistola” y mandarle a patrullar la galaxia.
No sé si con mis palabras os ha dado la sensación de que estoy describiendo una especie de película policíaca de los 80, pero espero que así sea, porque ese es el tono que Morrison nos regala con ‘El Green Lantern #1’. Corrupción en las filas de la organización, poli que vuelve de su retiro, seres detestables malviviendo en las “calles de la galaxia”… Y todo eso está perfecto, y puede encajar perfectamente como reinicio de la serie (recordemos que es el primer número), pero Morrison nos tira a la historia de cabeza y sin paracaídas, dando por hecho que somos conocedores de buena parte del lore de los Green Lanterns, con localizaciones y personajes que probablemente no hayas visto en tu vida, así que, aunque sí tiene una base de “vuelta a empezar”, no se lo pone nada fácil a los que cojan por primera vez un cómic de los Lantern.
No quiero meter miedo con todo lo que estoy diciendo, voy a dejar claro que me lo he pasado genial y he disfrutado con cada una de sus páginas, principalmente porque no tengo ningún problema con las idas de olla de Grant Morrison y porque el dibujo que se ha marcado Liam Sharp es de auténtico lujo. Tiene que ser bastante complicado seguir las pautas de Morrison, pero Sharp pone también toda su imaginación al servicio de la obra y nos deja unas ilustraciones preciosas y muy detalladas, con su característico estilo retro que encaja a la perfección con el tono de la historia.
Mi recomendación es que le deis una oportunidad. No he leído nada de la edición original en inglés, así que no sé cómo se está desenvolviendo la serie, pero mi sensación es que promete bastante. El único miedo que tengo es que Morrison entre en una espiral de rarezas y nos empiece a contar una historia que solo él entienda, algo que sería un gran error porque estas series necesitan fidelidad y mantener al lector enganchado. Lo dicho, por ahora me apunto a la serie con ganas e ilusión.