‘Matrix Resurrections’: la mejor entrega de la saga desde la original

Casi 20 años después de la tercera y última entrega de la “franquicia Matrix”, Lana Wachowski ha relanzado una cuarta: Matrix Resurrections. La predisposición era mala; la esperanza de asistir a una proyección que mereciera la pena, casi nula. La genialidad de Matrix (1999), una película que revolucionó el panorama cinematográfico, que supuso un antes y un después para los géneros de la acción y la ciencia ficción, dio lugar a dos secuelas que no consiguieron mantener la línea de su predecesora. Con esas premisas, la producción de una nueva cinta sobre el universo de Neo y Trinity se antojaba como algo prácticamente imposible, pero finalmente ha visto la luz. Y menos mal, porque ha reparado casi todo lo que en su día se rompió.

Matrix Resurrections se encuadra unos 60 años después de la batalla contra las máquinas de Matrix Revolutions (2003). Neo —o Thomas Anderson—, magistralmente interpretado por un Keanu Reeves que parece haber nacido para este papel, trabaja como un exitoso desarrollador informático para una importante empresa de videojuegos. A pesar de la admiración que le profesa su entorno, su vida transcurre vacía y plana, desidiosa, entre extraños recuerdos de lo que alguna vez pudo tener lugar y borrosas visiones sobre antiguos códigos fuente. Para hacer frente a las imaginaciones y reminiscencias que continuamente experimenta, que presumiblemente responden a los desórdenes mentales que padece, su psiquiatra le receta píldoras azules. Y así arrastra su existencia, pesada cadena de días idénticos entre sí, hasta que recibe la visita de un misterioso hombre que le resulta familiar y que se hace llamar Morfeo.

Fotograma de Matrix Resurrections, dirigida por Lana Wachowski.

Son muchos los elementos a destacar en Matrix Resurrections, pero yo me quedo con su carácter. La seriedad y la trascendencia de las tres primeras entregas ha dado lugar a una nueva concepción del relato, una versión más consciente de sí misma, más comprometida con su devenir y con la relación que ha podido establecer con el espectador durante los últimos años. La mitología creada por las hermanas Wachowski se conserva, pero se aborda desde la deliberada relectura de unos dogmas que, en esta ocasión, pretenden escapar de las pretensiones de sus predecesoras. A nivel visual, también se ha procurado preservar la esencia de las demás Matrix, prestándole especial atención al tratamiento de las escenas de acción, algo que en su día supuso una auténtica revolución y que desde entonces ha servido como fuente de inspiración para una infinidad de realizadores ligados al género.

Fotograma de Matrix Resurrections, dirigida por Lana Wachowski.

Pero la película es bastante irregular. Su casi siempre acertada autosatirización desemboca a menudo en pasajes que, por exceso de burla, pueden atentar contra la integridad del conjunto. Su dualidad realidad-ficción, interesantísima, ahora se presenta de manera menos sutil. Su inicio es sobresaliente, tan fresco y dinámico como nunca podría haber imaginado, pero da pie a un valle demasiado largo donde se explican demasiadas veces y desde demasiadas perspectivas unos datos que, en realidad, no dan tanto de sí. ¿Demasiados “demasiados”? Con todo, Matrix Resurrections se alza como la mejor entrega desde la original, como una entretenida manera de corregir el mal sabor de boca que dejaron Reloaded y Revolutions.

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