Reseña de ‘Green Lantern: Tierra Uno’.

En el año 2018, marzo, concretamente, salió en EEUU la Tierra Uno de Green Lantern, que se anunciaba cómo el Alien de DC. Y, la verdad, una estrategia muy mala de publicidad. Buena, porque vende, mala, porque decepciona.

Hal Jordan es una especie de minero estelar que trabajó en la NASA años atrás. Ahora hace sus trabajillos con un pequeño grupo de astronautas, en el que él no es más que un explorador. En una de sus exploraciones, descubre una vieja nave alienígena a la que se adentra junto con un compañero. Allí, encuentran el cadáver de un alien, con un anillo verde en la mano.

La trama comienza interesante. Gabriel Hardman y Corinna Beckho saben picarnos. Durante todo el volumen, se puede vislumbrar que tienen algo grande pensado. Y me entusiasma. Pero, por ello, por esas trazas de épica cósmica que quieren empezar a montar, cometen fallos que son de primero de guión. Fallos que hacen que el final sea farragoso, precipitado y emborrone la experiencia del lector. Apenas aprueban en guión, si me lo preguntáis.

Gabriel Hardman, ya en el dibujo, hace un trabajazo. Posiblemente lo mejor del tebeo junto al color de Jordan Boyd. Un trazo sucio, diría que nervioso, con una gama de colores fríos, con verde y negro por todas partes. Llamativo, la verdad.


En conclusión, finalizamos un buen volumen de Tierra Uno. Pero no de mis favoritos. Prefiero el de Superman. Supongo que como punto de entrada a Green Lantern es correcto, pero hay mejores inicios, mejores contados. Para fans, diría yo.

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